He recorrido por siglos
La mitad de una esquina singular
Que posee un mapa simétrico.
En el centro del mapa, donde nazco,
En una cordillera rodeada de planicies,
Tengo el rostro que Dios me puso.
En el norte,
Al lado de una ciudad
De nominación diminutiva
Tengo manchas en el rostro,
Me uno violentamente con el mar
Y dejo de ser yo.
Antes del fin soy turbio y lento,
Por mi cuerpo navegan barcos,
Por mi ombligo atraviesa un puente.
Soy el horizonte maldito
Al cual las esculturas dan la espalda
(…)
Soy el destino perfecto
Y poco pensado
De residuos perdidos
En venas de sangre citadina y turbia,
El pagano ilegal de la suciedad.
Quisiera recorrer un país nórdico.
Ser sometido a miles de filtros
Y ser tan limpio, tan fresco como el rocío que apenas cae.
Y que tú pudieras nadar dentro de mi piel sin tener miedo,
Como sí lo haces en una playa
Lejana, caribeña, aguamarina.
Pero los sueños… sueños son.
Al fin y al cabo,
Sólo soy el dolmen apócrifo
De una corriente de agua monótona
Que ha sufrido una crisis metafórica
De un mal poeta.